El Café Como Ritual Erótico en el Reino de Suleiman El Magnífico
Descripción de la publicación.
Coffee Sex and cigarettes
10/19/20253 min read
El café de Hürrem Sultan: erotismo en la corte del Imperio otomano
Dicen que, en los aposentos perfumados del Palacio de Topkapi, Hürrem Sultan —la enigmática esposa de Süleyman el Magnífico— solía ordenar que le sirvieran una taza de kahve oscuro, espeso y humeante. Junto a la porcelana, un vaso de agua cristalina y un trozo de lokum relucían como pequeños secretos: lo dulce y lo amargo, lo fresco y lo ardiente, lo sumiso y lo dominante. Era un ritual íntimo más que una costumbre: el momento en que la esclava convertida en sultana ejercía su poder con la lentitud de quien conoce el arte de la espera. El aroma del café —recién llegado del Yemen, exótico y prohibido por algunos clérigos— se entrelazaba con el resplandor de las lámparas y con la mirada del sultán, que encontraba en aquel gesto cotidiano una forma de invitación, una promesa velada. Tal vez sea sólo una leyenda —un eco de los mitos que se cuelan entre los vapores del café—, pero en esa imagen de Hürrem sirviendo y bebiendo, se condensa el vínculo secreto entre el placer y el poder, entre el sabor y el deseo.
En la corte otomana, el café no era sólo una bebida: era una ceremonia del deseo. Su amargor estimulante, su densidad casi táctil y el modo lento en que se preparaba —hirviendo tres veces hasta formar espuma— hacían de él un elixir de presencia, de atención. En el harem, donde la palabra era controlada y los gestos sustituían al lenguaje, el acto de servir café podía convertirse en una forma de comunicación erótica, cargada de matices. Quien ofrecía la taza dominaba el ritmo del encuentro; quien la recibía se rendía a la expectativa. En esa alquimia de fuego, agua y oscuridad, el café fue también metáfora del poder femenino: una sustancia que despierta, que penetra los sentidos y que, como Hürrem Sultan, desafía las jerarquías al transformar lo cotidiano en un espacio de seducción y dominio.
Hürrem comprendió que el poder se conquista tanto con la mirada como con la inteligencia. En una corte gobernada por hombres, ella supo que el secreto estaba en el control del deseo: en ofrecerlo y retirarlo con igual elegancia. El café, con su amargor irresistible, fue su aliado. El gesto de llevar la taza a los labios, de probar apenas una gota antes de invitar al sultán a compartirla, convertía la bebida en un lenguaje propio. No hay registro histórico que lo confirme, pero la imaginación otomana —tan hábil para mezclar placer y mito— conservó esa escena como símbolo de la supremacía silenciosa de Hürrem: una mujer que convirtió el rito de lo cotidiano en una coreografía del poder.
Mientras tanto, fuera del palacio, el café también encendía otros fuegos. Las kahvehane, las casas de café de Estambul, se multiplicaban como espacios de conversación, política y seducción. Lo que en el harem era erotismo íntimo, en la ciudad se volvió erotismo social: hombres que debatían ideas bajo el humo de la bebida que despertaba el cuerpo y la mente. En ambas esferas —el salón del sultán y la taberna de los poetas— el café actuaba como un filtro entre el deseo y la palabra, entre el placer privado y el placer de pensar. Quizá por eso los clérigos lo condenaron en sus inicios: porque sospechaban que aquel líquido oscuro contenía una forma de libertad.
La leyenda de Hürrem Sultan bebiendo café persiste porque habla de algo más profundo que una anécdota doméstica. Es la imagen de una mujer que transforma una bebida amarga en una afirmación de su deseo y de su inteligencia. En cada sorbo se disuelve la frontera entre cuerpo y mente, entre sumisión y poder. El café, como el erotismo, exige tiempo, mirada y fuego; no se bebe de un trago, se saborea lentamente hasta que deja su huella en la memoria. Así, entre los muros de Topkapi o en cualquier rincón donde alguien encienda el fuego para preparar su taza, el espíritu de Hürrem sigue vivo: invitándonos a entender que toda pasión —como el café bien hecho— necesita cuerpo, dulzura y una pizca de misterio.
